Así lo aseguró Andrea Mana, jefa de Farmacia del Hospital Santa Isabel de Hungría. Dijo que el virus no tiene paralelismo con nada de lo que conocían. El trabajo en equipo y su día a día en pandemia.
“La gente no tiene idea de a lo que se enfrenta”, dice Andrea Mana (45), jefa de Farmacia del Hospital Santa Isabel de Hungría. Y se apura a fundamentar: explica que el sentimiento que primó entre el personal de salud al inicio de la pandemia no fue el miedo, sino la incertidumbre, al comprobar que no existía ningún paralelismo entre los virus y gérmenes letales que conocían y COVID-19. Por eso, pide a la ciudadanía que se cuide, ya que si bien considera que el personal está mejor preparado que al principio, cree que este es un momento delicado, por la cantidad de casos y por la ocupación a pleno de las terapias intensivas.
Con 20 años de profesión, Mana explica por qué esta situación no se parece a ninguna otra. “Antes decían: ‘La vecina tiene sarampión’ y la mamá te mandaba a que te contagiaras; acá no sabemos, no hay paralelismo con nada, es como una inestabilidad general. Y esta idea de decir ‘Nos contagiamos todos y ya está’ creo no es así, que es asumir un riesgo enorme, porque acá no hay edad, no hay una condición y la gente a veces no toma conciencia, no sabe a lo que se enfrenta”.
La profesional comprueba a diario que no existe paralelismo entre este virus y otros, no solo con base en la evolución de pacientes, sino en las vivencias de un puñado de colegas que se contagiaron. “Muchos transitaron la enfermedad en forma leve, pero todos te dicen lo mismo: el virus te hace saber todos los días que está en tu cuerpo. Un día es un dolor de cabeza; otro, un dolor muscular, o suben una escalera y se agitan como nunca antes. Todos te dicen que es como que el virus te deja una marca, y es gente joven, todos menores de 30 años”.
A salvo en el hospital
A contramano de lo se pueda pensar, el lugar donde la profesional se sienta más segura es el hospital; no en la calle, no en un centro comercial, simplemente porque asegura que en esa especie de burbuja sanitaria aprendieron a cuidarse, saben lo que hay que hacer y está convencida de que no existe ningún otro sitio que se limpie y desinfecte tanto.
La mujer cuenta que la pandemia cambió la mecánica de trabajo y todas las rutinas. En lugar de una venta abierta las 24 horas, ahora la Farmacia tiene blíndex y acceso restringido, el equipo debió adecuarse al uso de barbijos y máscaras, y abandonaron la costumbre de compartir un momento de descanso, una merienda, porque todo es a las apuradas y con protección de por medio.
Mana explica que la Farmacia es como el pulmón del hospital, el sector que provee a profesionales y pacientes de medicamentos, insumos descartables y todo lo relacionado con bioseguridad y biotecnología, al tiempo que destaca que cuentan con materiales de buena calidad. Dice que la cantidad de trabajo no aumentó sino que se atomizó, porque antes tenían una especie de farmacia dentro del quirófano y ahora la demanda intensa llega desde internación.