jueves, marzo 28, 2024

“La gente no tiene idea de a lo que se enfrenta”

Así lo aseguró Andrea Mana, jefa de Farmacia del Hospital Santa Isabel de Hungría. Dijo que el virus no tiene paralelismo con nada de lo que conocían. El trabajo en equipo y su día a día en pandemia.

“La gente no tiene idea de a lo que se enfrenta”, dice Andrea Mana (45), jefa de Farmacia del Hospital Santa Isabel de Hungría. Y se apura a fundamentar: explica que el sentimiento que primó entre el personal de salud al inicio de la pandemia no fue el miedo, sino la incertidumbre, al comprobar que no existía ningún paralelismo entre los virus y gérmenes letales que conocían y COVID-19. Por eso, pide a la ciudadanía que se cuide, ya que si bien considera que el personal está mejor preparado que al principio, cree que este es un momento delicado, por la cantidad de casos y por la ocupación a pleno de las terapias intensivas.

Con 20 años de profesión, Mana explica por qué esta situación no se parece a ninguna otra. “Antes decían: ‘La vecina tiene sarampión’ y la mamá te mandaba a que te contagiaras; acá no sabemos, no hay paralelismo con nada, es como una inestabilidad general. Y esta idea de decir ‘Nos contagiamos todos y ya está’ creo no es así, que es asumir un riesgo enorme, porque acá no hay edad, no hay una condición y la gente a veces no toma conciencia, no sabe a lo que se enfrenta”.

La profesional comprueba a diario que no existe paralelismo entre este virus y otros, no solo con base en la evolución de pacientes, sino en las vivencias de un puñado de colegas que se contagiaron. “Muchos transitaron la enfermedad en forma leve, pero todos te dicen lo mismo: el virus te hace saber todos los días que está en tu cuerpo. Un día es un dolor de cabeza; otro, un dolor muscular, o suben una escalera y se agitan como nunca antes. Todos te dicen que es como que el virus te deja una marca, y es gente joven, todos menores de 30 años”.

A salvo en el hospital

A contramano de lo se pueda pensar, el lugar donde la profesional se sienta más segura es el hospital; no en la calle, no en un centro comercial, simplemente porque asegura que en esa especie de burbuja sanitaria aprendieron a cuidarse, saben lo que hay que hacer y está convencida de que no existe ningún otro sitio que se limpie y desinfecte tanto.

La mujer cuenta que la pandemia cambió la mecánica de trabajo y todas las rutinas. En lugar de una venta abierta las 24 horas, ahora la Farmacia tiene blíndex y acceso restringido, el equipo debió adecuarse al uso de barbijos y máscaras, y abandonaron la costumbre de compartir un momento de descanso, una merienda, porque todo es a las apuradas y con protección de por medio.

Mana explica que la Farmacia es como el pulmón del hospital, el sector que provee a profesionales y pacientes de medicamentos, insumos descartables y todo lo relacionado con bioseguridad y biotecnología, al tiempo que destaca que cuentan con materiales de buena calidad. Dice que la cantidad de trabajo no aumentó sino que se atomizó, porque antes tenían una especie de farmacia dentro del quirófano y ahora la demanda intensa llega desde internación. 

La profesional asegura que hoy la ocupación de camas es total, tanto del sector destinado específicamente a pacientes con COVID-19 como al polivalente, donde además se atienden otras patologías. Pese a esta realidad, asegura que el aprendizaje de estos meses fue esencial. “Estamos en el peor momento, con un pico muy alto, con la terapia intensiva completa, pero mejor paradosmás contenidos. Es como que hemos ido madurando desde lo operativo”, expresa.

Más allá de este aprendizaje, la profesional pide a los ciudadanos que tomen conciencia, que respeten las recomendaciones sanitarias: el uso del tapaboca, el distanciamiento, el lavado de manos, que cuando salgan no se toquen la cara hasta llegar a un lugar seguro donde puedan higienizarse. “El dolor del que se contagia no es tanto por él sino por preguntarse a cuántos contagió; cualquiera te lo va a decir, porque, cuando te llaman del Ministerio y te hacen esa pregunta clave, con quién estuviste en las últimas 72 horas, es difícil. Por ejemplo, después del Día del Niño fue tremendo, cayeron muchos profesionales”, explica.

Respecto de la apertura de actividades, la profesional cree que no es necesario que lo diga el gobernador, que es una obviedad porque las personas no están siendo adherentes, que muchas no soportan el encierro. Sin embargo, considera que si posibilitan la movilización, es necesario saber cómo se va a contener esa situación, es decir, qué medidas se tomarán, y cree que ahí es donde está el error.

La nueva rutina

La rutina de Mana no sólo cambió puertas adentro del hospital: en su vida cotidiana también hubo un antes y un después de la pandemia. La mujer vive con su hijo y su hija, comparte la crianza con el papá, y para evitar los riesgos del trajín que suponía ir y  venir, en un primer momento decidieron que permanecieran con él, a lo que se sumó que hace diez meses no ve a su familia, que vive en San Juan. “Fue un mes terrible. Todo se rompió”, reconoce.

La mujer explica que poco a poco se organizaron, aunque advierte que le fue imposible acompañar a su hijo que está en la secundaria en el proceso de aprendizaje a distancia. “En el medio de todo, había que acompañar en los deberes con la nueva modalidad. Muchas mamás pudieron, pero yo nunca paré, entonces llegó un momento en el que tuve que explicar, porque era imposible acompañar ese proceso. No pude tomar contacto nunca con esta modalidad de educación y tampoco el papá, porque también siguió trabajando. Eso te genera un vacío”.

Otro de los aspectos que le costó al inicio de la pandemia fue el acercamiento con su familia, porque dudaba, tenía temor. Cuenta que, cuando llegaba del trabajo, tanto su hijo como su hija se acercaban a darle un beso, a abrazarla, y ella dudaba, pero dice que ahora ya tienen aceitadas las medidas de seguridad.

La mujer comenta que de a poco se adecuaron a la situación, que están en una etapa de organización y planificación, y sobre todo, de entender cómo afecta a los jóvenes esta crisis, porque la sienten y mucho, por lo que asegura que es necesario escucharlos y contenerlos en este momento.

 

Trabajo en equipo

Mana comenta que, puertas adentro del hospital, el equipo de trabajo pasó diversas etapas, con distintos sentimientos. “Hay gente que la veías muy dura y te dicen ‘Siento una enorme angustia y ganas de llorar, pero no me sale’; algunos te cuentan que hasta buscan una serie que los haga llorar y descargar, porque no podemos aflojarnos y a la vez tratamos de ser empáticos, de entender”, resume.

Para ella, el escape es el ejercicio físico,  volver a su rutina de correr le ayuda a “limpiar la cabeza”. A eso suma el estudio, porque si bien es seguir centrada en el mismo tema, dice que leer, tratar de entender, de investigar, la gratifica.

En medio de tanta incertidumbre, la mujer rescata uno de los momentos más felices que vivió en el hospital, cuando le dieron el alta al primer paciente con COVID-19. Cuenta que el hombre estuvo muy mal, que llegaban todos los días y preguntaban cómo estaba, un día les decían que mejor, y al siguiente, que estaba gravísimo. “Fue el momento más feliz. Ese día sentí un orgullo total por el equipo de trabajo, porque esto es asumir un riesgo de vida, pensando solo en la calidad de atención al paciente. Su familia estaba tan agradecida, al igual que él”.

Mana dice que el agradecimiento de las personas es uno de los aspectos más gratificantes del trabajo. “Nosotros teníamos una unidad en un hotel y un compañero hasta se dio cuenta de que era el cumpleaños de una nena de 13 años que estaba ahí con toda su familia. Entonces, cuando te agradecen, cuando le regalan un dibujo al médico, eso te gratifica, es la mejor recompensa a tanto esfuerzo”.

Unidiversidad.com.ar

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