jueves, marzo 28, 2024

Vinos y Mitos: El Malbec argentino y los vinos con medallas

En esta cuarta entrega de la saga Vinos y Mitos, vamos a esclarecer dos creencias un tanto confusas que están arraigadas entre muchos de los consumidores de vino, en parte por falta de información, y en parte por cuestiones marketineras que pretenden imponerse, apoyándose en las pasajeras modas contemporáneas. Los mitos de esta nota son: ¿El Malbec es argentino?, y ¿Los vinos con «premios» son mejores?.

– ¿El Malbec es argentino?

Gran cantidad de personas creen que la cepa Malbec es nativa de tierras argentinas. Eso es falso. La única cepa oriunda de este país es la Torrontés (producto del cruzamiento entre la Moscatel de Alejandría y la Criolla Chica). Lo cierto es que la uva Malbec proviene de Francia, de la zona de Cahors, donde se la conoce con distintos nombres, como por ejemplo Auxerrois, y forma parte de los cepajes denominados «Cot», junto con la Petit Verdot y la Tannat. Estas especies de tintas poseen gran cantidad de antocianos extraíbles.

Entonces, eso significa que tienen alta capacidad colorante, por eso eran (y son) utilizadas en Francia en un pequeño porcentaje en los cortes de los vinos importantes para otorgarles mayor carga de color. Era un cepa relegada, utilizada de «relleno», no calificada para brindar por sí sola un vino de altas cualidades, ni siquiera conformando un gran porcentaje en los cortes. Esto fue a grandes rasgos así, hasta que estalló el boom del Malbec argentino en la década de 1990.

Ahora bien, ¿cómo llegó este tipo de uva hasta la Argentina? Domingo Sarmiento, mientras era gobernador de la provincia de San Juan, alrededor de 1863, contrató al ingeniero agrónomo francés Michel Aimé Pouget para que trajese al país y reprodujera las cepas más importantes de Francia, entre las cuales vinieron también las plantas de Malbec. Y así fue como, después de varios ensayos, en estas latitudes encontró un «terroir» excelente para su desarrollo, como no se da en ninguna otra parte del globo.

– ¿Los vinos con «premios» son mejores?

Éste, más que un mito, es una mentira, un engaño total. Una trampa en la cual el consumidor promedio o el consumidor esporádico caen casi irremediablemente: la tendencia a agarrar de la góndola una botella porque tiene sobre-impresa una medalla de no sé que concurso de los cientos que hay anualmente en el mundo, o porque vaya a saber quién, le puso un buen puntaje en alguna revista. ¿Qué son los puntajes? ¿Cómo se le pone a un vino un puntaje en una escala de 0 a 100? ¿Qué tiene de mejor un vino al que le «otorgan» 90 puntos con respecto a uno de 88 puntos? ¿Qué son esos dos puntos, dinero?

Existen cantidades de estudios certificados que afirman de lo falaz e inútil que resulta catar un vino y otorgarle un puntaje. De esto hemos hablado en reiteradas oportunidades en notas anteriores, citando fuentes exactas. Si yo le dijese a Usted: «coma este plato de comida porque para mí es muy rico», ¿Usted que diría? Tal vez diría ¿Cómo puede saber este hombre lo que me gusta a mí, y menos aún con un puntaje? Con el vino sucede esto mismo en forma exponencial, ya que es muy subjetivo acorde a los momentos, estados de ánimos, y un sinfín de factores externos a la bebida en sí misma.

Es más, los grandes y verdaderos periodistas y analistas de vinos afirman que no existen vinos, existen botellas, y que no existen botellas, existen momentos. Momentos en los cuales ese vino le va resultar inolvidable, sin importar su valor. Y que tal vez al día siguiente vuelva a descorchar una botella idéntica y le parezca increíble que el día anterior le haya gustado tanto, o que a la inversa quizás diga: «que vino tan rico, ¿cómo no me gustó ayer?». Esto es lo fantástico que hace única a esta bebida.

Pero entonces, ¿por qué existen los «críticos de vinos» y los «puntajes»? Justamente porque han logrado una penetración terrible en el mercado, y han logrado influenciar al comprador, haciéndole creer que lo que determinadas personas califican como bueno, regular o malo para ellos, así debe ser para Usted. Algo que no tiene sentido, totalmente infundamentado. Aún así, puede escuchar a alguien decir «lo que pasa, es que ellos saben mucho».

Pero… ¿Saben mucho de qué? Todo lo que se pueda analizar con los sentidos es subjetivo, porque todos somos sujetos distintos, con percepciones distintas, enseñanzas distintas, y análisis distintos. Por favor, no se deje engañar. Al comprar un vino, simplemente guíese por su instinto: es un juego de prueba, acierto y error: como la mayoría de las cosas en la vida. Sin ningún lugar a dudas, en este caso, la mejor forma de aprender. Muchos vinos sin «medallitas» son superiores a los que las poseen.

Por Diego Di Giacomo
diego@devinosyvides.com.ar
Sommelier – Miembro de la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Vinos y Licores

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