El sector del taxi, con sus 1.306 unidades, se vio acorralado en los últimos años por el avance imparable de las plataformas digitales. Las cifras oficiales son elocuentes: las empresas como Uber, Cabify y Maxim han habilitado 4.016 vehículos, triplicando en número a los taxis y remises combinados. La multiplicación de autos al servicio de Apps fue progresiva, avalada por una legislación pionera, la Ley de Movilidad 9.086 de 2018, e impulsada por otro fenómeno creciente en Mendoza: “la uberización” del mercado laboral, es decir, se transformó en una salida laboral para muchas personas que, incluso, tienen doble trabajo.
Las regulaciones de los taxistas
El gremio de taxistas, a través de uno de sus representantes como Héctor Cannizzo de Aprotam, pintaron un cuadro de profunda desigualdad. Mientras ellos deben actualizar la tarifa, fijada en $1.377 la bajada de bandera, para compensar el aumento constante de los combustibles y los insumos—uno de los factores de mayor peso en el índice de inflación—, las aplicaciones tienen la flexibilidad de ajustar sus precios dinámicamente y hasta de hacer promociones.
Pero el problema va mucho más allá del costo del viaje. Para los taxistas, la “competencia desleal” se esconde en los costos operativos y las obligaciones que el Estado les impone y, según denuncian, ignora en el caso de las apps. La lista de reclamos es larga y específica: