jueves, marzo 28, 2024

En una audiencia pública convocada por la diputada Gisela Marziotta, legisladores y juristas analizaron una iniciativa que castiga a jueces que actúen con «malicia” y dicten sentencias basadas en falsedades.

LLEVA EN LA SANGRE EL ADN ARTÍSTICO DE LOS DARÍN, PERO BUSCA SU PROPIO CAMINO. MIENTRAS SE PREPARA PARA EL ESTRENO DE «ARGENTINA, 1985», CON 24 AÑOS, ANTONIA SE DEFINE COMO ACTRIZ Y FOTÓGRAFA APASIONADA Y ASEGURA QUE ANTES DE SALIR AL ESCENARIO SIEMPRE PIENSA EN SU MAMÁ.

Antonia Bengoechea no para. Mientras ensaya dos obras en simultáneo (Israfel, en el Centro Cultural de la Cooperación, y El asistente, en el Centro Cultural San Martín), los lunes protagoniza Remedios, una mujer sin patria, en el complejo teatral Ítaca. En la obra dirigida con mano de seda por Corina Fiorillo, Antonia hace un trabajo descomunal.

 

Pero eso no es todo, también se prepara para el estreno de Argentina, 1985, la película argenta más esperada del año, donde comparte elenco con Ricardo Darín y Peter Lanzani.

Ricardo no es solo un compañero, es su tío. Hija de Alejandra Darín y Alex Benn, nieta de Renée Roxana y Ricardo Sr., hermana de Fausto, prima del Chino, inconfundible mirada celeste, piba de La leona, fotógrafa apasionada, actriz pura entrega. Podría ser la bío de una Targaryen, pero no, es Antonia Bengoechea.

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Remedios, una mujer sin patria echa luz sobre Remedios de Escalada, un personaje casi olvidado por los libros de historia. ¿Como llegaste a ella?

–La obra me llegó por medio de la directora, Corina Fiorillo. Nos conocíamos de vista, no habíamos trabajado juntas, pero se cruzó con mi mamá y le pidió mi contacto porque tenía esta obra de Adriana Tursi en mente. Cuando nos juntamos y me comentó el proyecto, me involucré de lleno. Es un material que pide adentrarse en el personaje desde otra perspectiva, porque durante mucho tiempo la historia se contó desde una mirada masculina. Remedios fue una mujer muy digna, una persona profunda y amplia. No fue solo la mujer de San Martín.

–¿Como se humaniza a un personaje que, en nuestra mente, es una foto dentro de un manual de Historia?

–Corriéndola del general San Martín y descubriendo una vida y una historia mucho más contundente e importante. Parte del laburo del actor implica la generosidad de dejar de ser el centro para hacerle lugar al personaje. Para mí, interpretarla es una responsabilidad que tomo con alegría y con la curiosidad necesaria. Indagar en ese personaje es muy emocionante y pude aprender un montón imaginando los lugares por donde pasó y cómo era su realidad. Remedios era una niña cuando se casó con San Martín. Está muy naturalizado que en ese momento las mujeres se casaban siendo muy chiquitas y que tener un marido a los 14 años era algo común. Sí, ¡pero tenía 14 años! En cualquier época, a esa edad sos una niña. Tuvo que enfrentarse a cosas inimaginables, porque la llevaron a Cuyo con un tipo más grande que no era cualquier hombre, sino un general revolucionario. Vivió una vida que nadie debería tener que atravesar a esa edad y enfrentó su destino con las herramientas que pudo.

“Antes de cada función está bueno tener presente a las personas por las cuales estás haciendo lo que amás. Yo antes de salir al escenario siempre pienso en mi mamá (Alejandra Darín) y en mis abuelas. Pensar en las mujeres de mi familia me da mucha fuerza.”

–En septiembre estrenás El asistente, en el Centro Cultural San Martín, y Argentina, 1985, la película en la que compartís cartel con tu tío, Ricardo Darín. ¿Cómo vas a hacer? 

–Sí, en la película integro el grupo de “los Fiscalitos”, como los llamamos nosotros. Julio Strassera y Moreno Ocampo estuvieron al frente del Juicio a las Juntas, pero la gente de mayor trayectoria en ese momento no quería involucrarse porque sabía en la que se podía llegar a meter. Imaginate que había que juntar testimonios y ser responsables de llevar adelante el juicio que quizás lograra meter presos a esos genocidas. Entonces, en un momento, la única alternativa era armar un equipo de gente joven. Mi personaje, María Eugenia, es uno de ellos y tiene que hablar con personas que padecieron en carne propia la dictadura militar. Strassera, Moreno Ocampo y esos pibes trabajando juntos armaron el juicio. Hoy justo vi la película entera por primera vez porque hubo una función especial para los que participamos en el proyecto. Vinieron algunos jueces que aparecen en la película y familiares de víctimas. Fue un momento muy cercano, de una emoción tremenda.

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–No te vas a salvar de que hablemos de Ricardo, pero antes tenemos que aclarar otra cuestión. ¿Te queda algún vínculo para explorar con Lanzani? Ya fuiste su hermana, su amor, su sobrina y ahora sos su colega. 

–Es verdad, siempre decimos que ya no sabemos que parentesco tenemos (se ríe). Nos conocimos en El clan, ahí éramos hermanos; en La leona fuimos pareja, enamorados tipo Romeo y Julieta, y al final nos enteramos de que yo era su sobrina. Me he muerto de risa viendo esos videos en los que le decía: “Te amo, pero soy tu sobrina, Brian” (se ríe). En Argentina, 1985 somos compañeros de laburo. Basta, ya no sabemos ni quiénes somos, es muy gracioso. Todos esos trabajos nos fueron uniendo mucho con el correr del tiempo, construimos una amistad que agradezco mucho, porque Peter es una persona espectacular.

–¿Ya estás preparada para que la película sea nuestra representante en los Oscar? Porque va a pasar, guardá este tuit. Ahora Ricardo comienza su recorrido por los festivales de Venecia y San Sebastián. Decime, ¿fue muy raro trabajar con tu tío?

–La peli tiene todo para serlo, es muy fuerte, salís llorando, y creo que va a tocar los corazones de todos los argentinos. Con respecto a mi tío, te digo que hacer escenas en Tribunales, en las mismas locaciones donde ocurrieron los hechos, con los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo en el alegato final y él que está igual a Strassera, fue impresionante. De pronto fue como viajar en el tiempo. Es raro actuar juntos y alejarse del hecho de que es mi tío, el que hace los asados en las reuniones familiares. Te cuento algo: en realidad yo me presenté al casting para hacer de su hija y no quedé (se ríe), pero después me llamaron para hacer este otro personaje.

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–Venís de una familia de actores: tu mamá Alejandra, tu papá Alex Benn, tu hermano Fausto, tu primo el Chino, tu abuelo Ricardo, tu tío, ¡son una multitud! Pero me acuerdo de tu abuela Renée, un personaje maravilloso. No llegué a verla actuar, pero la conocí porque tenía su propio restaurante, ¿puede ser? 

–¡Conociste a la abuela Renée! (se ríe) Sí, tenía un restaurante, yo no llegué a ir pero quizás también viste a mi mamá porque en algún momento trabajó ahí. Mi abuela tenía una presencia… ¿Cómo olvidarla? De algún lugar vienen tantos actores en la familia. Tengo los mejores y más divertidos recuerdos de ella, era un personaje espectacular, repleto de anécdotas. No solo era actriz sino también poeta: escribía y recitaba, y lo hizo hasta sus últimos días porque tenía una memoria increíble. Acuariana hasta la médula, ¡dorada! (se ríe), iluminada, una energía, una garra y una fuerza con la que logró criar a sus hijos prácticamente sola, porque se separó de mi abuelo y se ocupó de llevar adelante la casa. Era muy trabajadora. Las vivió todas pero siempre con una sonrisa, era extremadamente graciosa. Ese humor es el que circula en mi familia.

–¿En qué cosas de tu abuela te reconocés?

–En la parte más sociable. Ella nos llevaba al cine o a los jueguitos y supuestamente se quedaba tomando un café esperando a que volviéramos. Pero salíamos y la pregunta era: “¿A dónde está la abuela?”. Siempre la encontrábamos en otra mesa charlando. Eso lo heredamos, en mi familia a todos nos gusta mucho hablar. ¿Sabés? El otro día me sacaron una foto en el escenario y me vi muy parecida a ella. Me lo dijo mi viejo y me emocionó mucho.

“Es raro actuar juntos y alejarse del hecho de que es mi tío, Ricardo Darín, el que hace los asados en las reuniones familiares. Te cuento algo: en realidad yo me presenté al casting para hacer de su hija y no quedé (se ríe), pero después me llamaron para hacer este otro personaje.”

–¿Y con tu mamá lo hablaste?

–Me gusta mucho hablar con mi mamá, siempre llegamos a puertos distintos. Son esas charlas eternas que te agrandan el alma y el pensamiento. Nombramos la palabra “invocar”, que es tan linda. Y antes de cada función, está bueno tener presente a las personas por las cuales estás haciendo lo que amás. Yo antes de salir al escenario siempre pienso en mi mamá, en mis abuelas Renée y Susana, que todavía está. Pensar en las mujeres de mi familia me da mucha fuerza.

–Hablando de invocar, vos también sos fotógrafa. De hecho, las fotos de esta entrevista son tuyas. Si tuvieras que elegir tu foto favorita, esa que ocupa un lugar especial en tu vida, ¿cuál sería?

–Una foto que sacó mi papá en mi casa, en la que estoy con mi mamá. Yo tenía 5 años, creo que fue el día de mi cumpleaños. Es una foto que representa mucho el vínculo que tenemos y también algo de la actuación. Ella está maquillándome, pintándome la boca, y yo sonriendo con la ingenuidad que tenía en ese momento. Transmite una alegría y una delicadeza que la hacen muy especial, muy luminosa.

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Fotos: Antonia Bengoechea 

 

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