jueves, marzo 28, 2024

«Carmel» en Netflix, aciertos y ausencias

Raúl Kollmann siguió como periodista el día a día de la investigación del asesinato de María Marta García Belsunce. Conoció de primera mano los  testimonios de todos los involucrados y tuvo acceso a aspectos desconocidos del expediente. Con todo ello en su haber evalúa la serie.

No era para nada fácil reconstruir la historia del asesinato de María Marta García Belsunce con 18 años de atraso. El gran mérito de Carmel: ¿quién mató a María Marta? es que las imágenes son magníficas y las recreaciones de primer nivel. Se ven los escenarios y los protagonistas como nunca se vieron antes.

El problema es que en aras de mantener el suspenso del título, entre varios vacíos, se le dio poca entidad al fallo de la Cámara de Casación que absolvió a Carrascosa y destrozó a Diego Molina Pico. El fiscal aparece como un pollito mojado mintiendo en reiteradas oportunidades.

¿Qué dice el fallo de Casación?

* No hay un solo testigo que mencionara conflictos o siquiera discusiones entre MM y Carrascosa.

* Nunca nadie vio a Carrascosa con un arma.

* El forense dictaminó que a MM la mataron antes de las 18.30. A esa hora Carrascosa no estaba en la casa.

* El ADN dio negativo.

* No hay prueba alguna del uso de La Gotita.

Si la familia quería tapar, bastaba con cremar el cuerpo. No tenía ningún impedimento para hacerlo y no lo hicieron.

* A la casa de María Marta y Carrascosa fueron dos ambulancias, un estudiante de medicina, concurrió el fiscal y el jefe de investigaciones. No es un cuadro que se compadezca con tapar algo.

* Si la familia no revelaba que tiró el pituto, ni el fiscal ni nadie se hubiera enterado.

* No hay prueba alguna de la hipótesis del Cartel de Juárez, al punto que el propio fiscal desistió de esa hipótesis.

No lo digo yo, lo dice el fallo, confirmado por la Corte Suprema bonaerense.

Una pregunta clave

Hay una pregunta clave que no figura en el documental: ¿cómo? ¿no vieron cinco tiros? Y la respuesta es No. Se formó una especie de engrudo entre el pelo, la sangre y la masa encefálica que impidió ver los orificios. Pero, además, yo vi el video de la autopsia. Ni los forenses –Carlos Flores y Héctor Moreira– se dieron cuenta de que hubo disparos hasta que abrieron el cráneo y cayeron los proyectiles. En la autopsia se los escucha decir: “Acá pegó en tal canilla, acá pegó la otra canilla”. Y eso que a esa altura hasta habían corrido el pelo: los disparos no se veían.

El fiscal ni se dignó a analizar otras pistas. Nicolás Pachelo, el vecino que ya había secuestrado al perro Tom y para pedir 5.000 dólares de rescate, tenía antecedentes de robo en casas, en especial en las viviendas de sus mejores amigos. De hecho, estuvo tres años preso por esos robos y ahora está preso otra vez por robo en casas de countries. En uno de esos robos, en casa de un amigo y donde sólo estaba la madre ese día, entró armado. Le robó incluso a sus parejas. La pericia psiquiátrica indicó que era un adicto al juego. En el juicio que se va a iniciar pronto, está acusado Pachelo y dos vigiladores, pero será difícil condenarlos 18 años después.

Molina Pico dice, cándidamente, que Pachelo estaba en Capital. Sabe que es falso. Lo vieron tres jóvenes trotando cerca de la casa de Carrascosa y MM, pero además su celular se activó en Pilar, no en CABA y las cámaras lo registraron saliendo del country después del homicidio, a las 19.07.

Para colmo, a la mañana siguiente fue a la estación de servicio en la que desayunaba todos los días y le preguntó al mozo: “¿qué se sabe de la mujer que mataron en el Carmel?” A esa hora nadie sabía que fue un homicidio. El documental no hurgó demasiado en todo esto: sólo la mentira de Molina Pico diciendo que Pachelo no estaba en el country y el testimonio de uno de los jóvenes que lo vio cerca de la casa de María Marta.

La guerra en el Poder Judicial

Hay varias cuestiones de fondo que no se tratan en el documental y que se podrían agrupar en lo siguiente: fue clave la guerra de poder desatada dentro del Poder Judicial y que hizo que lo importante fuera la guerra y no la verdad.

* Molina Pico necesitaba tapar su error de no mandar a hacer la autopsia. Para eso, acusó a la familia de engañarlo. Cualquier otra pista que no involucrara a los García Belsunce exhibía su error original y lo ponía al borde del final a su carrera.

* En San Isidro había una guerra entre el jefe de los fiscales, Julio Novo, y todos los demás fiscales. Novo está hoy imputado de proteger narcos. Ninguno de los demás fiscales estaba de acuerdo con Molina Pico, pero tampoco querían ponerse del lado de Novo. Eso permitió que Molina Pico siguiera adelante sin obstáculos y el conflicto brutal fluyó hacia los jueces, que tampoco querían darle la razón al odiado Novo. E incluso fue clave en el primer fallo de Casación que, de forma inédita, condenó a Carrascosa a prisión perpetua. La verdad dejó de importar, fue decisiva la interna.

* Para la Procuración –la jefatura bonaerense de los fiscales–, el caso era emblemático. Puso todo el aparato al servicio de Molina Pico porque el fracaso del fiscal era el fracaso de la idea de que los fiscales –y no la policía– debían investigar los delitos. La Procuración, por ejemplo, armó la mentira de La Gotita y la del Cartel de Juárez.

La presión mediática

Finalmente, la presión mediática fue insoportable, incluso para una parte de los testigos: decir la verdad era quedar mal con los medios, con la opinión pública. “Ayudó” cierta torpeza, soberbia y pedantería de la familia García Belsunce que se cerró en sí mismo ante la hostilidad.

Pese a todo esto, el caso no era complicado. Nunca debió convertirse en un gran misterio. Había una enorme cantidad de pruebas de que María Marta volvió a su casa de forma inesperada. Como llegó en bicicleta y llovía, no se la escuchó. Al subir se encontró a los ladrones, un vecino seguramente acompañado por vigiladores que buscaban llevarse lo que era un rumor extendido: que por el corralito, MM y Carrascosa tenían un millón de dólares en la vivienda.

Ella conocía a los ladrones. Ya los había denunciado en el country y la odiaban. Tras una breve pelea, le descargaron todo el cargador: los seis tiros que tiene la pistola calibre 32.

Pagina12.com

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