jueves, marzo 28, 2024

Arturo Lafalla vuelve al ruedo con su Grupo Olascoaga

“Somos un equipo de trabajo conformado por distintas disciplinas, provenientes del justicialismo, que nos disponemos a elaborar un plan de gobierno con motivo de ponerlo a disposición de los votantes mendocinos. En esta etapa nos encontramos conformando los equipos de trabajo”. Así se presenta en su página oficial el Grupo Olascoaga, que lidera el ex gobernador Arturo Lafalla e integran su hijo Martín; el presidente del Parque Industrial de Las Heras, Marcos López, hijo, a su vez, del ex vicegobernador Jorge Coco López; la ex diputada provincial Silvia Stocco; la socióloga y profesora de la UNCuyo Ana Valeria Caroglio y Javier Espina, quien fuera ministro de Turismo durante la gestión de Francisco Pérez.

El nombre del grupo, Olascoaga, responde al lugar ubicado en esa calle de Ciudad, donde comenzaron a reunirse sus primeros integrantes –hace algunos años, según recuerdan hoy– para compartir picadas y vinos mientras debatían, analizaban y opinaban sobre los problemas de arrastre, estructurales y recientes, sin resolución, que adormecen y afectan a Mendoza. Por estos días, el grupo se prepara para hacerse un lugar de forma visible y en la superficie de la política mendocina: lanzará una convocatoria amplia, dirigida a toda la sociedad, para que los mendocinos se manifiesten sobre dos temas centrales de la provincia: el agua y la educación.

“Llegó el tiempo de proponer y ser parte de la solución y acá estamos, poniendo en marcha el sueño de ser útiles a nuestra provincia”, dicen desde el sitio web, y agregan que el objetivo que comparten es el de la creación “de un proyecto de provincia que se exprese en un gobierno capaz de proponer y motorizar políticas de Estado”.

Una de las cuestiones que Lafalla y quienes lo acompañan parecen tener en claro es que su irrupción en el escenario político actual de la provincia será interpretada, más que por la realización voluntaria y desinteresada de un aporte intelectual a la posible solución o discusión sobre los problemas de Mendoza, al hecho concreto de plantar una bandera con un significado y mensaje político dirigido a la actual conducción del peronismo, hoy en manos del kirchnerismo. “No somos lo mismo, y los mendocinos lo tienen que saber, más allá de que lo puedan suponer”, confiesa uno de los mentores del espacio. Y, desde allí, señalan una de las falencias actuales del movimiento, y también, no lo descartan, de la dirigencia política en general: “Hay que volver a pensar Mendoza con los temas de Mendoza”, afirman, como montados en esa ola que algunos meses atrás comenzó a formarse y a ganar en volumen alrededor del mendocinismo, lo que se ha convertido casi en una corriente de pensamiento en sí misma, espontánea y cada más influyente a medida que se asienta y consolida el desprecio no sólo de naturaleza política de la Nación hacia Mendoza, sino también de índole cultural.

“Estamos trabajando en los temas estratégicos de Mendoza sin presiones electorales”, indican, y agregan el querer terminar “con las lógicas electorales de pensar la provincia dos meses antes de una elección. Los mendocinos nos merecemos poder votar un proyecto de provincia más que un candidato”, han escrito en lo que bien puede ser más que una carta de presentación, casi un manifiesto.

Aclaran, además: “Los candidatos de este proyecto serán quienes mejor lo expresen y tengan capacidad de potenciar los consensos políticos de largo plazo para el crecimiento sostenido de Mendoza. Que sean capaces de gestionar el presente pensando el futuro”.

Desde el Olascoaga calculan que en diez días saldrán a preguntarles a los mendocinos sus opiniones sobre el presente y futuro de la educación junto con el manejo y la administración del agua. Entienden que la pandemia reconfiguró el funcionamiento de todo lo que mueve al mundo y, desde ya, también al sistema educativo, atravesado por la nueva modalidad de la virtualidad durante todo un año en Argentina. Y, en torno al agua, se supone que intentará detectar la fibra íntima de los mendocinos sobre qué hacer con ella, cómo protegerla, cómo usarla responsablemente y qué hacer y cómo para que llegue a todos por igual. El debate llegará en un contexto en el cual se ha agravado el sistema de distribución: no alcanza para todos y, de acuerdo con evaluaciones oficiales, se requiere de unos 800 millones de dólares en obras para mejorar la elaboración y provisión del agua potable sólo en el Gran Mendoza. Seguramente, el uso de la agricultura y el debate minero puede que se involucren y aparezcan en las demandas de los propios mendocinos.

Dicen que se proponen “una visión realista de la provincia” y que se darán la oportunidad “de mirar estratégicamente las necesidades de los mendocinos y las soluciones para saltar al futuro. Ver lo que viene es diseñar y elaborar planes de acción para que el futuro no nos tome por sorpresa”.

Más adelante, agregan: “Mendoza, una vez más, debe definir su futuro, porque vivimos en un entorno natural que es condición cuidar. Los recursos naturales condicionan toda nuestra existencia. Esta realidad va más allá de la cultura, es una realidad medioambiental concreta”.

Hacia el final, se proponen “como justicialistas” concentrarse en ser “propositivos y aportar inteligentemente en los procesos de coyuntura. La política –escriben– está atravesada por la emergencia del presente”, en una velada crítica a la ausencia de debates y análisis sobre el futuro, sobre la Mendoza de los próximos años, una de las deudas más claras de la dirigencia, por supuesto. “Creemos firmemente en el diálogo político y dejar de administrar coyunturas”, cierran el escrito.

No está mal la idea del grupo. Desde ya, hace tiempo que Mendoza necesita no uno, sino varios grupos de pensamiento que se esfuercen por imaginar la provincia de las próximas décadas. Casi una frase hecha que pierde fuerza de tanto repetirse. Pero es necesario que se arranque con algo y, si proviene de la política, mucho mejor. Ninguno de los otros sectores ha podido alcanzar siquiera parte del objetivo de imaginar la Mendoza de algunos años por delante. No lo ha hecho el mundo académico, cada vez más encerrado en su propia burbuja; tampoco el económico ni el de los empresarios. La política tiene que conducir un debate que se imagine cómo, por ejemplo, recuperar los 26.000 empleos registrados del sector privado que se perdieron en tan sólo un año, entre marzo del 2020 y este mes.

EL SOL/ FOTO.MDZ

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