jueves, abril 18, 2024

Larisa Chausovsky: «El Filbita propone el ritual de compartir una historia, de saborear las palabras»

La directora del Festival de Literatura Infantil cuenta cómo será la nutrida agenda de la edición 2020, cómo fue rediseñada y los desafíos que impuso la virtualidad.

El Festival de Literatura Infantil Filbita persiste en su propuesta de construir espacios de creación con los más chicos a través de la poesía, la ilustración y la escritura y, con la virtualidad como herramienta impuesta por la pandemia, celebra su edición número diez con propuestas que, según su directora Larisa Chausovsky, convocan a «reponer ese ritual de compartir una historia, de saborear las palabras».

Desde el viernes y hasta el 24 de octubre habrá talleres, muestras, un ciclo de cortos diseñado en conjunto con el canal Pakapaka, consultorios lectores, clases magistrales y catas de libros que podrán seguirse a través de YouTube, Zoom o Meet y que convocarán a Yolanda Reyes, Isol, Oliver Jeffers o Paloma Valdivia, entre otros.

Sobre esta nutrida agenda, cómo fue rediseñada y los desafíos que impuso la virtualidad, habla Chausovsky en esta entrevista con Télam a días del inicio de un festival que este año se realiza al mismo tiempo que el Festival Independiente de Literatura de Buenos Aires (Filba).

-Télam: ¿Cómo se preparan para esta edición del Filbita?

-Larisa Chausovsky: Siempre termina uno y empezamos a pensar el siguiente, así que cuando empezó la cuarentena ya habíamos pensado en algunas líneas temáticas y habíamos empezado con invitaciones a autores internacionales. Al principio nos sentimos abrumadas de tanta información, tanta propuesta y desde Filba hicimos algunas propuestas que tenían que ver con contenidos relacionados a cosas que suceden en el festival, con literatura y con encuentros. Así nació «Filbita cuenta» que, en el año que se cumplen 100 años de Gianni Rodari, nació como una especie de homenaje y una manera de rescatar aquello que nos devuelve nuestra humanidad, nuestra común humanidad con palabras, con historias, con esa posibilidad de llegar a donde sea a través de la literatura.

El segmento nació como una invitación a chicos de todas partes a compartir historias, a leer cuentos y grabarlos. Nos parecía importante la posibilidad de que fueran textos escritos y grabados en audios para recuperar eso que sucede con la escucha y la voz, con el espacio de intimidad que se crea en torno a una lectura compartida que no es lo mismo que algo audiovisual. Así que algo de este Filbita empezó a moverse por ahí.

Después vinieron meses de tratar de entender cómo reponer lo que hacemos hace 10 años que tiene que ver con lo que sucede a diario en las casas pero también en las escuelas, en las bibliotecas, en las plazas con el encuentro en torno a un libro y la circulación de la palabra. Así que la preparación del Festival nos puso frente al gran desafío de cómo trasladar a un formato virtual y a distancia algo cuyo espíritu está sobre todo en el encuentro. Pero justamente como el espíritu está en el encuentro, encontramos algunas vías que tienen que ver con compartir la lectura, intercambiar miradas, hacer circular la literatura, reponer ese ritual de compartir una historia, de saborear las palabras. Así fue como vimos que teníamos que buscar esos nuevos espacios que creemos que el festival propone y promueve que tiene que ver con invitar a seguir pensándonos como lectores a distintas edades y que la literatura tiene un valor fundacional en nuestras vidas.

-T: ¿Cuáles son los ejes del programa de este año?

-L.CH.: La temática que nos podía guiar eran las conversaciones porque la literatura es una gran conversación a la que llegamos cuando nacemos, a la que todos debemos tener acceso y que va a continuar cuando ya no estemos. Vimos que la conversación estaba muy tomada por un mundo que está cambiando y pensando que las chicas y chicos se ven muy afectados por no poder estar en sus rutinas, más allá de que esta es la manera de cuidarlos, lo que significa estar distanciados de los recreos, de los amigos, de los abuelos. Así que los preparativos fueron mutando, como están cambiando las realidades. Hay algo de ese encuentro emocional en torno a la literatura que nos sostiene o nos da palabras para entendernos y tienen un lugar fundamental en el día a día.

-T: ¿Cómo pensaron las actividades, teniendo en cuenta la virtualidad, y cómo adaptar esas propuestas para un público infantil?

-L.CH: Era un gran desafío y en algún momento nos costó pensar otra propuesta virtual para chicos y chicas cuando tienen tanta demanda de las pantallas. Tuvimos una experiencia que fue muy valiosa en los talleres que organizamos desde Filba. Vimos que era posible el encuentro, que todos vamos encontrando la forma de disfrutar esas experiencias que, aunque nos tengan a un lado y al otro de la pantalla, nos implican como personas y nos invitan a crear y a leer con otros. Vamos a sostener el espacio de taller entonces habrá todos los días uno, dos y hasta tres talleres para chicos de todas las edades por Zoom o Meet. Las propuestas tienen que ver con compartir lecturas, con leer con los bebés, con la ilustración y también, a partir de la lectura compartida, empezar a recorrer la casa con otra mirada. Que nos devuelva esa idea de que la literatura es una forma de mirar también. Frente a lo hostil de la situación en muchos sentidos, está la posibilidad de llegar a más lugares con las palabras.

-T: ¿Qué balance hacen de estos 10 años?

-L.CH.: El Festival nació como nacen los lectores, que es justamente lo que Yolanda Reyes llama el triángulo amoroso: un niño, un adulto y un libro, un encuentro amoroso en el que se construye una lectura compartida, nuevos sentidos. Comenzamos una tarde de diciembre en la que circularon palabras, poemas, arte y canciones que circularon. A partir de esa primera plaza, fue creciendo en distintos sentidos. En cantidad de gente pero también en ver qué propuestas podíamos seguir sumando para que fuese un espacio que invite a las familias a abrir una puerta o una ventana para acercarse al universo de los libros y de la literatura con distintas miradas.

Siempre seguimos explorando, a través de los invitados, los talleres, para generar diálogos que abran nuevas conversaciones. Siempre insistimos en la idea de las invitaciones a mirar y atravesar distintas temáticas a partir de las lecturas, pensando como infancias y lecturas se enriquecen mutuamente. Hay una conversación que sigue creciendo y alimentándose. En un festival Iris Rivera dijo que era una oportunidad para compartir con gente que estaba creciendo y lo lindo que tiene es que al ser para lectores de diferentes edades abre infinitas posibilidades de intercambio y de crecimiento.

-T: ¿Cómo fue la confluencia de la programación de actividades con Pakapaka?

-L.CH.: Trabajamos en un ciclo de cortos clásicos ilustrados. Son cuentos leídos por Ana Padovani e ilustrados por varios ilustradores. Veníamos hablando desde hace un tiempo y ésta nos parecía una buena oportunidad. Ambos celebramos 10 años y llevamos, cada uno desde su lugar, un recorrido de construcción desde las infancias con propuestas literarias, artísticas y audiovisuales. Tenemos en común la posibilidad de contar con propuestas literarias. Desde Pakapaka eso forma parte siempre de la programación y esperamos que este encuentro y está conversación siga creciendo también.

Télam

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